En nuestro blog del día de hoy, queremos contarte nuestra experiencia con el hábito de compostar en casa, y si al final te sientes identificado por favor déjanos tu comentario, nos generarás una sonrisa.
Este hábito inicia básicamente por la preocupación de la cantidad de orgánicos que generamos a diario, y es que vamos revisar de forma rápida: En el desayuno, generamos como mínimo una cascara de huevo, además si comemos fruta generamos una cáscara de fruta, por ejemplo papaya y si tomamos café, ya vamos con 3 orgánicos en las primeras 3 horas de la mañana, seguidamente, si tenemos el hábito de consumir algo en la “media mañana”, entonces contaremos con un residuo más por ejemplo una cáscara de banano, posteriormente, generamos los orgánicos del almuerzo, por ejemplo el hueso del pollo, los residuos de los vegetales como cáscaras de papa, y residuos de cebolla, tomate, pimentón, y aguacate, finalmente en la noche generamos de nuevo, o bien cáscara de huevo, huesos o residuos de vegetales y esto todo los días, multiplicado por los miembros de la familia que vivan en casa. ¿Muchos orgánicos no?
Y es ahí, en ese acto de consciencia donde vemos y sentimos todo lo que generamos a diario cuando decimos “tenemos que compostar” y entonces empezamos a generar el hábito de separar, de escurrir, de picar y de girar la compostera, en medio de dicho proceso los miembros de la familia se van haciendo parte; es verdad, unos mas que otros, pero el aporte de todos lo valoramos un montón, porque quiere decir que a todos nos preocupa la cantidad de residuos, y de alguna forma queremos aportar al cuidado del planeta, y es lo que hemos denominado el poder transformacional del compostaje.
Y es que a medida que pasan los días y los miembros de la familia o amigos se dan cuenta que nuestra casa se composta, de forma pasiva pero inquieta te empiezan a preguntar, que es, como funciona, si genera olores, si genera bichos o incluso te empiezan a llevar los residuos para que se puedan compostar y esos cambios que se dan solo con el ejemplo, de forma voluntaria, a lo mejor lentos pero seguros, nos llevan a que tengamos todos los días más y más familias composteras y vamos sumando personas a quienes les empieza a pesar los residuos y viene en ellos un sentimiento de “malestar” previo a generar la necesidad de compostar.
Pero además, en nosotros mismos como composteros activos viene un cambio adicional, generado por la empatía con la tierra, y por la consciencia que nos da compostar, y es el cambio de hábitos relacionados con el planeta, cuando reflexiono en que lo que antes era mi “basura” hoy me da alimentos, vienen cambios como: cargar botella, recoger basura del suelo, cuidar la vegetación y la fauna, reciclar entre otros.
Y entonces el poder transformacional es en doble vía hacia adentro en nosotros mismos y hacia afuera en nuestra familia y entorno.
Composta por ti, composta por todos ¡Únete a nuestra comunidad compostera!